Andaba uno ufano y desmemoriado (autoengañado), caminando por Barcelona y creyendo de nuevo que vivía en una ciudad moderna, cosmopolita, multicultural,... y bastó un breve viaje de 3 días a París para volver a enfrentarse a la brutal realidad: esto no es más que un pueblo con ínfulas de grandeza (y nauseabundo olor a pis en las calles).
Mientras espabilamos, siempre existirá la opción de volver y disfutar de las magníficas exposiciones de Annie Leibovitz y Richard Avedon, de las galerías de Saint-Germain-des-Prés, o simplemente, pasear por sus calles.
¿Será cierto que Jordi Labanda diseña ciudades?¿Toda esa gente guapa que hay por sus calles no serán figurantes?
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