
En esta época de imágenes compulsivas y atropelladas, de gusto por la estridencia, el grito, la velocidad hacia ninguna parte y glorificación de la vulgaridad, asisto extasiado a la colección de minúsculos detalles, pequeños gestos y juegos de miradas que construyen capítulo a capítulo unos personajes tan creíbles que a uno se le ponen los pelos de punta.
Por favor, que empiecen a rodar la cuarta temporada ya, no podré aguantar sin mi dosis.
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