martes, 17 de junio de 2008

No me llames de usted, llámame viejuno

Por mucho que uno sea consciente de que el tiempo transcurre inexorable, no deja de resultar extraño que te llamen de "usted" cuando vas a matricularte en un cursillo. Pero siempre es mejor asumir que uno ya tiene una edad que no caer en el bochornoso discurso de "no me llames de usted, que aún soy joven", o el todavía peor "soy joven de espíritu". De ahí a convertirse en un patético cuarentón con los pantalones caídos en el Sonar solo hay un paso.