martes, 3 de noviembre de 2009

Apoteosis

No descubro nada nuevo loando la calidad de esa joya audiovisual que es Mad Men, pero no puedo reprimir mi entusiasmo ante las cotas de excelencia que alcanzan los capítulos de la tercera temporada. Para no extenderme, de entre las innumerables virtudes que atesora destacaría especialmente una: la sutileza.
En esta época de imágenes compulsivas y atropelladas, de gusto por la estridencia, el grito, la velocidad hacia ninguna parte y glorificación de la vulgaridad, asisto extasiado a la colección de minúsculos detalles, pequeños gestos y juegos de miradas que construyen capítulo a capítulo unos personajes tan creíbles que a uno se le ponen los pelos de punta.
Por favor, que empiecen a rodar la cuarta temporada ya, no podré aguantar sin mi dosis.

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