miércoles, 9 de septiembre de 2009

La brutalidad como rutina

"¿Sabes lo que pasa cuando dejas el cuerpo de marines?
Te devuelven tu cerebro."
Corporal Josh Ray
GENERATION KILL, Episode 01 "Get Some"

La guerra, desgraciadamente presente a lo largo de toda la historia de la humanidad, ha encontrado su lugar en el cine y en la televisión a través del cine bélico, bien sea con fines propagandísticos o críticos. Aparte de la 2ª Guerra Mundial, la más "cinematográfica" ha sido sin duda la guerra de Vietnam (con una larga lista de títulos).
El ser humano (en este caso los U.S.A), en su estúpida tozudez a la hora de repetir una y otra vez los mismos errores (y horrores) ha sido capaz de crear un nuevo Vietnam: la guerra de Irak. El férreo control (léase censura) a los medios de comunicación, el "Patriot Act" de la administración Bush y la excesiva cercanía con el conflicto (tan cercano como que todavía continúa) no parecen haber permitido que existan demasiadas películas al respecto, aunque sí es posible encontrar algunas que de manera directa o indirecta se acercan al mismo. Nos faltaba, una vez más (¿cuántas van ya...?) que HBO nos ofreciera su particular visión sobre tan lamentable página de la historia.
En 7 arrolladores episodios, la miniserie "GENERATION KILL" recrea las vivencias del "periodista adjunto" Evan Wright de la revista Rolling Stone en la primera fase de la invasión de Irak en 2003. Junto a la unidad de élite "1st Recon. Division" del cuerpo de Marines fue testigo del día a día en una unidad de marines en zona de guerra. La serie no apuesta por la propaganda patriótica, ni por la polémica gratuita: el absurdo de la guerra no necesita ser criticado ni exagerado, basta con exponerlo tal cual. No es una "serie bélica" al uso, no hay grandes combates, ni heroicas escenas de lucha, incluso llega a ser tediosa por momentos, y ese es su gran acierto: los marines no son monstruos ni héroes, viven la invasión (sí, invasión, lo de "guerra preventiva" era cosa de políticos y medios de comunicación) de manera desapasionada, rutinaria, como un día normal de trabajo. Están deseosos por dispararle a algo, aunque sea a un perro o a un camello, y en lugar de eso les envian en misiones cada vez más absurdas y de escaso valor estratégico. Acribillar "accidentalmente" un camión en un control de carretera o volarle la cabeza a un civil desarmado son elementos rutinarios, el objetivo estratégico clave cada día consiste en encontrar el momento adecuado para cagar (y/o masturbarse) después de 14 horas de traqueteo en un Humvee. La sensación tras cruzar a sangre y fuego un país del que no conocen nada (ni les interesa un pimiento) y llegar a Bagdad es la de "bueno, ya está, ¿y ahora que país toca invadir?". Son esforzados funcionarios que simplemente cumplen su trabajo. Igual que un oficinista puede quejarse de que no llegan las grapas o los post-it que había pedido, los marines andan inmersos en pequeñas rencillas administrativas que hacen que no les lleguen las baterías para sus gafas de visión nocturna o el lubricante para la ametralladora de calibre 50. También tienen jefes incompetentes (impagable el personaje del Coronel "Godfather" Ferrando, hablando continuamente de si mismo en tercera persona en pleno delirio ególatra), que toman decisiones absurdas y los someten a jornadas laborales abusivas (uno de los protagonistas comenta irónico: "los marines somos los pittbulls de América: nos encierran en jaulas, nos hacen putadas, y luego nos sueltan de vez en cuando para que mordamos a alguien"), pero con una dramática diferencia: un oficinista incompetente se puede equivocar en un informe, un militar incompetente ordena bombardear una casa llena de mujeres y niños.
Y encima se puede llevar una medalla por ello.


"Eso es todo, amigos. Estamos aquí peleando por su libertad.
Tienen derecho a decir lo que quieran,
y nosotros a cerrarles la boca a golpes si no estamos de acuerdo."
"Speech" final, GENERATION KILL, Episode 07

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